lunes, 16 de junio de 2008

Editorial


Rosario fue del Che

Esta vez no fue el Rosario de los campos santos, el chauvinismo agrario, el golpismo en ciernes. No fue el Rosario de los egoístas ni gorilas varios. Fue el Rosario del Che, la cuna de aquel que, enancado en la solidaridad, el internacionalismo y el socialismo, volvió a su ciudad natal luego de ochenta años de existencia en las pancartas, vítores y entusiasmo de miles de jóvenes y viejos. Ahí estuvimos nosotros, piqueteando nuestro Boliv_ar, hablando donde se pudiera de la importancia de la Multisectorial de Solidaridad con Bolivia, de las agresiones del imperialismo y sus compinches al gobierno de Evo, de las esperanzas y los desafíos del pueblo boliviano en el camino a la construcción de una sociedad sin explotadores ni explotados, sin oprimidos ni opresores, en el marco del socialismo.
Ahí estuvimos, como siempre, levantando bien alto la whipala del movimiento indígena, la roja, amarilla y verde de la Bolivia que rompe las cadenas ceñidas por el colonialismo y el capitalismo, la azul celeste y blanca de nuestra Argentina que se bate hoy contra las fuerzas oscuras de una reacción que parece ir por todo hacia la movida de piso del gobierno y la recreación del hambre popular, y la roja, y rojinegra, del internacionalismo proletario y revolucionario.
Bolivia estuvo ahí presente en todos los que, mancomunadamente, se hacían eco de las palabras de Fidel en su discurso del 18 de octubre de 1967 en memoria del Che:

“…Che no cayó defendiendo otro interés, defendiendo otra causa que la causa de los explotados y los oprimidos en este continente; Che no cayó defendiendo otra causa que la causa de los pobres y de los humildes de esta Tierra. Y la forma ejemplar y el desinterés con que defendió esa causa no osan siquiera discutirlo sus más encarnizados enemigos.
y ante la historia, los hombres que actúan como él, los hombres que lo hacen todo y lo dan todo por la causa de los humildes, cada día que pasa se agigantan, cada da que pasa se adentran más profundamente en el corazón de los pueblos.
Y esto ya lo empiezan a percibir los enemigos imperialistas, y no tardarán en comprobar que su muerte será a la larga como una semilla de donde surgirán muchos hombres decididos a emularlo, muchos hombres decididos a seguir su ejemplo.
Y nosotros estamos absolutamente convencidos de que la causa revolucionaria en este continente se repondrá del golpe, que la causa revolucionaria en este continente no será derrotada por ese golpe.
Desde el punto de vista revolucionario, desde el punto de vista de nuestro pueblo, ¿cómo debemos mirar nosotros el ejemplo del Che? ¿Acaso pensamos que lo hemos perdido? Cierto es que no volveremos a ver nuevos escritos, cierto es que no volveremos a escuchar de nuevo su voz. Pero el Che le ha dejado al mundo un patrimonio, un gran patrimonio, y de ese patrimonio nosotros —que lo conocimos tan de cerca— podemos ser en grado considerable herederos suyos.
Nos dejó su pensamiento revolucionario, nos dejó sus virtudes revolucionarias, nos dejó su carácter, su voluntad, su tenacidad, su espíritu de trabajo. En una palabra, ¡nos dejó su ejemplo! ¡Y el ejemplo del Che debe ser un modelo para nuestro pueblo, el ejemplo del Che debe ser el modelo ideal para nuestro pueblo!
Si queremos expresar cómo aspiramos que sean nuestros combatientes revolucionarios, nuestros militantes, nuestros hombres, debemos decir sin vacilación de ninguna índole: ¡Que sean como el Che! Si queremos expresar cómo queremos que sean los hombres de las futuras generaciones, debemos decir: ¡Que sean como el Che! Si queremos decir cómo deseamos que se eduquen nuestros niños, debemos decir sin vacilación: ¡Queremos que se eduquen en el espíritu del Che! Si queremos un modelo de hombre, un modelo de hombre que no pertenece a este tiempo, un modelo de hombre que pertenece al futuro, ¡de corazón digo que ese modelo sin una sola mancha en su conducta, sin una sola mancha en su actitud, sin una sola mancha en su actuación, ese modelo es el Che! Si queremos expresar cómo deseamos que sean nuestros hijos, debemos decir con todo el corazón de vehementes revolucionarios: ¡Queremos que sean como el Che!
Che se ha convertido en un modelo de hombre no solo para nuestro pueblo, sino para cualquier pueblo de América Latina. Che llevó a su más alta expresión el estoicismo revolucionario, el espíritu de sacrificio revolucionario, la combatividad del revolucionario, el espíritu de trabajo del revolucionario, y Che llevó las ideas del marxismo-leninismo a su expresión más fresca, más pura, más revolucionaria.
¡Ningún hombre como él en estos tiempos ha llevado a su nivel más alto el espíritu internacionalista proletario!
Y cuando se hable de internacionalista proletario, y cuando se busque un ejemplo de internacionalista proletario, ¡ese ejemplo, por encima de cualquier otro ejemplo, es el ejemplo del Che! En su mente y en su corazón habían desaparecido las banderas, los prejuicios, los chovinismos, los egoísmos, ¡y su sangre generosa estaba dispuesto a verterla por la suerte de cualquier pueblo, por la causa de cualquier pueblo, y dispuesto a verterla espontáneamente, y dispuesto a verterla instantáneamente!
Y así, sangre suya fue vertida en esta tierra cuando lo hirieron en diversos combates; sangre suya por la redención de los explotados y los oprimidos, de los humildes y los pobres, se derramó en Bolivia. ¡Esa sangre se derramó por todos los explotados, por todos los oprimidos; esa sangre se derramó por todos los pueblos de América y se derramó por Viet Nam, porque él allá, combatiendo contra las oligarquías, combatiendo contra el imperialismo, sabía que brindaba a Viet Nam la más alta expresión de su solidaridad!”.

Nosotros, desde las alturas de su pensamiento y acción, cumplimos una vez más su consigna: luchar contra el imperialismo dondequiera que esté. Desde nuestro Boliv_ar, entonces, peleamos hoy por difundir la verdad de esa Bolivia democrática, popular y antiimperialista, tercera patria del Che en su derrotero de mártir de la causa revolucionaria indolatinoamericana, contra las manipulaciones y desinformaciones del imperialismo. Y por construir la herramienta solidaria que una a todos los habitantes de este suelo en la defensa incondicional del pueblo y gobierno boliviano.
Rosario fue del Che. Y allí lo vimos nosotros, hecho multitudes, de las cuales fuimos y seremos parte.

Dirección, Consejo de Redacción y miembros del Boliv_ar

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