martes, 30 de septiembre de 2008

Editorial

Sinvergüenzas

El pedido de protectorado de los integrantes del CONALDE a una potencia extranjera (todavía no se sabe cuál es pero se intuye) y el periplo que inicia el siempre reaccionario Branco Marincovic para conseguir esa “protección” foránea a la media luna de sus amores (‘su’ media luna, no la del pueblo de la región) es una perla más en el rosario negro de infamias de la derecha fascista en Bolivia.

Nadie hoy, salvo ellos, se arriesgaría a vociferar semejante cosa, si no fuera porque las telepáticas voces del Embajador, hoy ya partido del país pero siempre activo, junto a los bandoleros que usufructúan el gobierno y poder del “norte sediento y brutal” a las palabras de Martí, golpetean en sus receptivos y obedientes oídos la consigna de la hora: secesión.

Como sostenía un paisano boliviano desde el micrófono popular de la Multisectorial instalado el sábado en el populoso Liniers: “Los que piden que Bolivia sea sometida a una potencia extranjera, no son bolivianos. Melgar, Galarza, Marincovic y sus cómplices, no son bolivianos. Si quieren a Bolivia sometida, deben irse del país”.

Pero, salvo Marincovic, que preparó sus valijas para su periplo cipayístico y que seguramente volverá con más ordenes y apoyos de sus patrones gringos, ninguno de ellos se irá. Seguirán conspirando y tratando de conseguir, de mil maneras, que el que se vaya sea Evo y otros millones de bolivianos más, como los que ya debieron marcharse durante todos estos pasados años huyendo del más crudo capitalismo, hoy neoliberal, y siempre bestial.

Por eso, la organización y movilización popular están a la orden del día. Si a algún lugar deben ir los que quieren a una Bolivia- y a su pueblo sometido durante 500 años que hoy pisa fuerte donde sea- de rodillas, es a la cárcel. O a trabajar de sol a sol, para aprender lo que significa el sudor de los de abajo que, durante siglos, como diría un poeta argentino, se transformó en “agua de Juvencia de la casta”.

Cuando Marincovic se atreva a pisar nuestro suelo para rosquear con la runfla local la oscuridad para un pueblo que ya ha parido la luz, estaremos esperándolo. Sin pena ni vergüenza aguardaremos al sinvergüenza.

Y no podrá entrar ni salir, porque no habrá puerta de atrás.

Boliv_@r

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