lunes, 5 de mayo de 2008

Los agoreros de la destrucción

Por Antonio Peredo Leigue Abril 28, 2008
Desde este lunes 28 de abril, falta una semana para el 4 de mayo. La cuenta regresiva comenzó. Un periódico incluso tiene un logotipo para hacer ese conteo. Abundan los comentaristas y analistas que se adelantan a pronosticar el desastre nacional. Otros, no tan osados, solamente expresan su profunda inquietud por los sucesos que sobrevendrán a ese domingo de referendo. Unos y otros, en su estilo, han dibujado un panorama catastrófico centrado en esa fecha.
No es que queramos eximirnos de responsabilidad. Cada uno de nosotros ha puesto, grande o pequeña, su parte en esta fanfarria subida de tono. Quienes espectan, desde fuera del país, este acontecer, con seguridad, temen lo peor. Pero no sólo ellos, pues una joven señora, preocupada por tan negra perspectiva, me preguntó si fuese conveniente sacar a sus padres del país, hasta que pasara la fecha y se constatara el suceso posterior.
Los jóvenes del garrote
Pongamos las cosas en su lugar. La Unión Juvenil Cruceñista ha sido, a lo largo de todo este tiempo, el grupo de choque usado por el Comité Cívico para imponer y controlar sus ordenanzas de paro. Han exhibido, con insolencia, su valentía de patota para golpear a quienes no obedecen sus órdenes. Son quienes han asaltado, con toda impunidad, oficinas del gobierno. Ellos mismos, quizás para mantenerlos en acción, organizaron y comandaron la violencia en Sucre.
Si alguna violencia ocurre el 4 de mayo, será la que estos jóvenes y no tan jóvenes usen para obligar a quienes no estén dispuestos a seguirles el juego.
Los comiteístas del engaño
¿A qué quieren obligar? A votar en el referendo del próximo domingo. Es que el Comité Cívico, de motu propio y enarbolando el supuesto mandato de cabildos convocados sin saber muy bien para qué, sostiene que el estatuto autonómico redactado por sus asesores, será validado en su integridad por el voto de los habitantes de Santa Cruz.
Sin embargo, la campaña que han desarrollado en este tiempo, no es por el texto del estatuto, sino por la ratificación de la autonomía.
Con tan engañosa movida, quieren hacerse de un documento que, según esperan, les permitirá hacerse de todo el poder en Santa Cruz y luego, sucesivamente, en otros departamentos. Quieren, también, impedir que rijan las leyes nacionales. Se preparan para reimplantar el modelo neoliberal, tan caro a sus canonjías. Han llegado, incluso, a proclamar que crearán otra República.
La respuesta de los marginados
Durante mucho tiempo, más allá de la vigencia de la democracia conquistada por el pueblo, grandes sectores de la población cruceña, han vivido sometidos por el temor a perder empleo, vivienda y hasta libertad de tránsito. En estas semanas, han comprendido que no pueden aceptar que estarán sujetos, en forma permanente, a esa condición. Saben que, si se aprueba el malhadado estatuto, serán ciudadanos de segunda clase.
Esta rebeldía se ha manifestado abiertamente en concentraciones campesinas que no permitirán, ni siquiera, la instalación de las urnas en sus distritos. Pero también hay una silenciosa reacción de los barrios marginales en la propia ciudad de Santa Cruz y otras cercanas que conforman el conurbano central de ese departamento.
La tensión es grande, no entre oriente y occidente, como quieren que parezca, sino en el seno de la población de Santa Cruz. Por supuesto que, el racismo, la humillación al pobre, la soberbia contra la tez oscura, son características de esa tensión que se mantendrá hasta conocer los resultados de la consulta.
Suponiendo la imposición
Es posible que, el Comité Cívico y los suyos, aprueben el texto que redactaron, a su favor. ¿Qué ocurrirá después? Como el estatuto debe enmarcarse en la Constitución Política del Estado, los señores del comité deben tomar una decisión. ¿Declararán que, su texto, se acoge a la Constitución vigente? o, al contrario ¿proclamarán que esperarán la aprobación de la nueva Constitución? Recordemos que, el referendo autonómico realizado al mismo tiempo que la elección de constituyentes, establecía que la autonomía se aplicaría al entrar en vigencia la nueva CPE.
Claro que podrían declararse independientes de Bolivia; formar esa nueva república que proclamó hace dos días el prefecto Costas. Se ha hablado tanto de Kosovo que, seguramente, hay algunos que piensan en tal posibilidad. Pero, a poco de darle vueltas al tema, concluirán que no hay condiciones para una aventura de ese tipo.
De modo que no les quedará otro camino que comenzar a cumplir al menos alguna de las promesas que han hecho en estas semanas. Seguramente preparándose para esto, es que lanzaron, hace una semana, un globo de ensayo: se desligaron del sistema de computación que viabiliza las cuentas fiscales. De inmediato se quedaron sin fondos y, rápidamente, debieron reinstalar la conexión informática.
Los peligros de la frustración
Ahí radica la situación más peligrosa. Es que, al no tener forma de explicar por qué sus promesas no se cumplen, buscarán la confrontación. De esa manera, podrán echarle la culpa de su imposibilidad de aplicar los estatutos, al autoritarismo del gobierno. Esto es lo que se ha lanzado a difundir por el mundo, una vez más, el senador de PODEMOS por Santa Cruz, Oscar Ortiz Antelo.
Para enfrentar ese intento y anularlo, los sectores populares, de Santa Cruz y de todo el país, tienen que estar organizados y unidos. No podemos permitir que, unos cientos de provocadores, siembren el caos y la discordia en el país. Debemos impedir su acción que quiere desestabilizar al país.De otra parte, el gobierno debe mantener firmeza en su posición y en su proposición. Se ha planteado, en todos los tonos, la necesidad de diálogo. No es posible aceptar que, dialogar, signifique aceptar sus exigencias. Mucho menos, por supuesto, los comiteístas pueden pretender que, el diálogo, suponga la renuncia a llevar adelante el programa de cambio que termine con las injusticias de las que se beneficiaron ellos.
Sin violencia, con serenidad, el pueblo vencerá una vez más en la lucha contra las injusticias y por el progreso nacional

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