lunes, 26 de mayo de 2008

Editorial

Campos Santos

Santa Cruz (de la Sierra ), Santa Fe (Rosario), son puntos ubicados en las geografías boliviana y argentina, sin aparente vinculación. Sólo la sacralidad parecía hilvanarlos hasta ahora. Pero en el marco de las condiciones económicas, políticas y sociales de ambos países, la terrenalidad de los intereses de clase desplazan hoy a la liturgia religiosa y convierten a estos, hasta hoy no vinculados espacios geográficos, en santuarios del golpismo y la conspiración contra gobiernos populares.
Santa Cruz de la Sierra , departamento oriental de Bolivia, concentra en su territorio a una burguesía vinculada a los recursos naturales, entre ellos el ítem soja y otros granos. Cuatro productoras de aceite de soja, la norteamericana ADM-SAO, Colanzi Internacional SRL, Gravetal Bolivia S.A., Industrias de Aceite S.A. e Industrias Oleaginosas S.A. (IOL), de propiedad de Branco Marincovic, procesan el millón de hectáreas de soja de todo Santa Cruz, acopiadas en Puerto Aguirre por la multinacional Cargill S.A., que también opera en Argentina. De ellas, según datos de organismos empresariales del sector, sólo 150.000 ha abastecen al mercado interno. La exportación de soja, fundamentalmente de aceite, principal rubro de exportación no tradicional, produjo hace poco un desabastecimiento interno de aceite en todo el país- desabastecimiento que, además de estar signado por los cupos exportables se vinculó a la política de los grandes empresarios y cívicos orientales para desestabilizar al gobierno-. Evo logró neutralizarlo a través de un Decreto Supremo que prohibió la exportación del oleo hasta que los precios internos se vincularan con el costo interno para producirlo, y no con los precios internacionales, atados a un aumento de los commodities en general, y de los granos en particular. Esto produjo en los cultores del “libre mercado” una descomunal protesta, que hizo eclosión el 2 de abril en la santa Santa Cruz, en una multitudinaria marcha que exigió el fin de las trabas a la exportación del comestible fluido y donde, el prefecto Rubén Costas, haciendo referencia al referéndum autonómico ilegal que se realizaría el 4 de mayo, sostuvo: “Este 4 de mayo empieza la verdadera revolución, esa revolución que esencialmente tendrá una doctrina social y les vamos a enseñar a hacer un socialismo democrático, humanístico”(¡¿?!). Así las cosas, y debiendo ceder ante el gobierno, las empresas aceiteras vendieron aceite a un precio justo, lo que hizo que el gobierno de Evo levantara la prohibición de exportar, aunque para proteger el consumo interno, fijara cupos a la exportación de alimentos. Otra vez el grito en el cielo de los exportadores se hizo escuchar, a través de sus medios de información, claro. El 24 de mayo, los diarios El Deber de Santa Cruz, El Día de esa misma ciudad y Los Tiempos de Cochabamba, reprodujeron en sus páginas centrales declaraciones de la Cámara de Exportadores de Santa Cruz (CADEX) y otras organizaciones empresariales que le pegaban duro a los cupos fijados por Evo a las exportaciones de aceite. “Los cupos ponen en riesgo el abastecimiento de soya” tituló El Día en su portada, y acotó declaraciones del gerente general de la CADEX , Oswaldo Barriga, quien dijo que los subsidios a los alimentos decretados por el gobierno popular constituían “medidas demagógicas”. Por su parte, Los Tiempos de Cochabamba alertaba sobre la posibilidad de que los países andinos –Chile, Colombia, Perú y la Cámara de Comercio de Guayaquil, Ecuador- decidieran comprar aceite a Argentina y Paraguay debido a su descontento con los cupos establecidos por el gobierno de Bolivia. “La nueva modalidad de las exportaciones por cupos no es la más adecuada para el mercado chileno, que está acostumbrado a la libertad económica y a una baja regulación del Estado”- sostuvo el periódico cochala, sin citar la fuente. Pocos días antes, el presidente de la Cámara de Exportadores de La Paz , Guillermo Pou Mont, argumentaba con los mismos términos que sus homólogos del oriente, su oposición a la prohibición de exportar aceite. Los ricos cruceños unían a sus pares de todo el país en la santa defensa del mercado y la libertad para explotar y vivir del trabajo ajeno.

Esta boca es mía

Lejos del campo santo de Santa Cruz, en otros campos santos de Argentina -Santa Fe, esencialmente Rosario- se realizó el 25 de mayo una concentración de productores agrarios disconformes con la política de retenciones móviles que el gobierno aplica a las exportaciones de soja, con el fin de incentivar la producción de alimentos para el mercado interno. Si el compañero Antonio Peredo, en una nota del 16 de mayo titulada Exportar es su Consigna, explica los mecanismos utilizados por los agroindustriales del oriente para lograr objetivos de obtener pingües ganancias apostando a enviar a los mercados internacionales toda la producción y desabasteciendo a la vez al mercado interno, no es muy distinto lo que ocurre aquí. El núcleo sojero de la zona de Rosafé( Rosario-Santa Fé) o la llamada pampa gringa, se resiste a perder sus privilegios logrados a través de la exportación de soja y otros granos.
Ellos transportan aceite a través de una Hidrovía construida durante el menemismo con capitales belgas y argentinos, cuya remoción de sedimentos del río Paraná, contaminados por agroquímicos, pesticidas, metales pesados, organoclorados e hidrocarburos, atenta contra la salud de 10 millones de personas que consumen agua potable surtida por esta via fluvial.
El núcleo de la soja- que cuenta con 47 plantas aceiteras en todo el país con una capacidad de molienda que linda ente las 108.500 y 150.000 toneladas diarias, y que directa o indirectamente genera 7000 empleos-, viene haciendo su agosto desde el boom iniciado a fines de los 90, cuando se aprobó el empleo de semilla transgénica, que en estos años ocupa ya el 90% de la superficie sembrada. El negocio se da a través de la exportación de aceite que se realiza fundamentalmente desde los puertos fluviales de San Lorenzo, San Martín y Rosario, todos en las cercanías.
Empresas exportadoras del fluido alimentario como Cargill, Bunge Argentina, Aceitera General Deheza(AGD), Dreyfus, Vicentin y Molinos Río de la Plata , que concentran el 87% del total exportado, se constituyen en los emporios sojeros mayores. Actúan ocultos detrás del trono y en complicidad con los pools de siembra (en el 2004/05 el área sembrada ocupó las 14,2 millones de hectáreas y la producción totalizó 37,5 millones de toneladas) y con nuevos y viejos ricos del campo, y manipulan a pequeños productores en su cruzada contra el gobierno de las “retenciones”. Así como Santa Cruz, en Bolivia, es su reducto más importante, Rosario lo es aquí. En los últimos años y como producto del boom sojero, los nuevos ricos rosarinos se constituyeron en una máquina de consumir bienes suntuarios. Shopings, venta de embarcaciones, construcción de amarras y viviendas- en 5 años se construyeron 14.000, cuyos propietarios en su mayoría son de origen agropecuario que las compran para sus hijos que estudian en Rosario o para inversión- son algunos de los rubros que los campos santos han brindado a sus propietarios, hoy enardecidos contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y la “intervención” estatal en sus emprendimientos.
Los llamados de Costas al socialismo humanista del 2 de abril en Santa Cruz se conjugan con las alocuciones a la “Patria Justa, Libre y Soberana”; a las citas de Arturo Jauretche, o a las alabanzas a las Madres de Plaza de Mayo, que los oradores del 25 de mayo en Rosario exhibieron en sus peroratas. Unos y otros, de un lado a otro de la frontera, juegan a manipular a una pequeño-burguesía racista y con ínfulas de progreso, contra la negrada Evista o Evitista, vaya el parangón. Proyectos reaccionarios disfrazados de federalismo, llamados a un nuevo lock-out patronal, apoyo de los medios de información de las multinacionales y otras minucias signan a los dueños de los campos santos de aquí y allá.
“Este movimiento es el inicio de la batalla, de la misma forma que la están librando los productores de Argentina”, sostuvo en abril el presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente de Bolivia (CAO), Mauricio Roca, mientras se bloqueaban las rutas del país hermano por la suspensión de la exportación de aceite.
Esta boca es mía parece decir “el campo” de un lado a otro de la frontera. Unos hablan por otros y a todos los une un mismo afán desestabilizador. Acicateados y financiados por los que se oponen a UNASUR, al Consejo de Defensa Sudamericano, al Banco del Sur y otros emprendimientos unitarios, libran la ‘madre de las batallas’ por hacer prevalecer sus intereses de clase por encima de todo y liquidar a todos los que se opongan a ellos.
Es momento en que todos los obreros, campesinos, originarios, pequeños productores y semiproletarios del campo y la ciudad, pueblo en general, neutralicemos los afanes conspirativos de los reaccionarios disfrazados de populistas y lenguaraces populacheros.
Los ricos y sus campos santos, enterradores de la liberación nacional y social, deben dejar paso a la irrupción colectiva de los verdaderos creadores de la riqueza.
Jorge Luis Ubertalli

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