Así como una acción vale mas que mil palabras, el cuarteto que posa al pié de esta editorial es mas significativo que cientos de sinfonías conspirativas. La entente empresarial, imperialista y paramilitar, custodiada por expertos, se exhibe prístina y exultante cual camándula desestabilizadora de gobiernos, represora de pueblos y representadora de grandes, espúreos y malhabidos intereses.
Bolivia, así como antes Chile, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y tantos otros países de Nuestra América y el Tercer Mundo han visto, con distintos rostros pero la misma podrida alma, retratarse sin pudor a los enemigos de siempre. Conspirando, financiando golpes de Estado, promoviendo el “caos” y la “inseguridad”, la Santa Alianza hoy “democrática”, ayer dictatorial y nuevamente dictatorial mañana si los pueblos y gobiernos populares se confían o ceden ante sus presiones, vuelve por sus fueros.
Ya lo denunció el compañero Evo en la última Cumbre celebrada en Chile. Y también la voz fuerte de Venezuela, en la figura de Chavez, que rompiendo las reglas de la hipocresía y a despecho de a quien le pese acusó a los fascistas de fascistas . Y la de Cuba y Nicaragua, la de Martí y Sandino y Carlos Fonseca Amador, que apoyaron la clara y concisa voz venezolana.
Pero volviendo a los cuatro de la foto, de nada vale ya negar su íntima vinculación con lo innombrable. Se retroalimentan y provocan a los pueblos, en este caso al de Bolivia y su gobierno, una y otra vez. Sus armas y dineros sucios siempre están prestos para apostar contra las grandes mayorías populares.
Las cosas están cada vez mas claras y nítidas, como esa foto que retrata de cuerpo entero a los injustos.
Todos los pueblos que apoyan a Bolivia y su gobierno sabrán, a su vez, retratarse con la historia libertaria del país hermano y salir en su defensa cuando sea necesario.
Desde ayer, ahora y siempre, estamos y estaremos con la Bolivia originaria, obrera, campesina, popular, que arde desde abajo para terminar con los posantes de las calamidades.
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