domingo, 16 de marzo de 2008

Cronopios y Famas


Por Antonio Peredo Leigue
Marzo 10, 2008

El inolvidable Julio Cortazar escribió una Historia de Famas y Cronopios. Son seres sin rostro ni cuerpo, de caracteres inverosímiles, capaces de bondades, pero también de maldades infinitas, que llegan a trastocar la realidad de tal forma que, a momentos, no sabemos si la pesadilla es realidad o al revés.

Por supuesto, Cortazar no pudo ni siquiera intuir que, aquellos seres nacidos de su imaginación, se materializarían aquí en Bolivia, con toda su exhibición de modales groseros, ideas caprichosas, razones disparatadas e intenciones aviesas. Pero, además, que tales personajes adquieran la categoría de autoridades, nos lleva a la dimensión del absurdo.

Jefes mandones que se ponen nombres rimbombantes, jueces torcidos dispuestos a contradecirse si conviene a sus amos, comiteístas que deciden fabricar preguntas, sacar boletas y retener sueldos si no firman los libros que sacan. En fin. Los cronopios se reproducen en todas sus especies y sub especies. Avanzan como plagas sobre las ciudades perturbando a moros y cristianos.

De referendos y otras hierbas

Cada quien con su mochila a cuestas, los Prefectos que se hacen llamar gobernadores, decidieron con sus amigos que harán su propio referendo para proclamarse autónomos. Y todo estaría bien, si se mantuvieran en la cordura. Pero no. Por algo son cronopios. El día que sean cuerdos, desaparecerán. ¿Se dan cuenta, ahora, por qué actúan como lo hacen?

Se trata de la tierra, el aire, el sol y el agua. Todo para ellos, bajo su control directo, sin nadie que los fiscalice y redistribuyendo los bienes entre sus conocidos o, mejor aún, entre quienes les juran lealtad. Al Estado nacional, le quedan las obligaciones, de modo que le harán la concesión de 3 de cada 10 pesos que recauden a nombre de ese Estado al que no le reconocen ninguna autoridad.

¿No les parece similar a los jóvenes que quieren independizarse de la casa paterna y le piden al padre que alquile una garzonier, envíe la comida, compre su ropa y se la lave, además de costearle sus estudios?

Sin ley ni concierto

Los cronopios coparon todos los espacios. Se trata de razonar con ellos, pero no es posible. No debe aprobarse una nueva Constitución y la que ahora se tiene, ya no sirve. Así razonan estos personajes. Primero son los estatutos, cada uno por su cuenta; después se verá cómo hacer una norma nacional que comprenda todos los apetitos que tienen ellos.
De modo que, cuando se reúnen los encargados de organizar los referendos, dicen que no pueden preparar éstos ni aquéllos; a renglón seguido, los cronopios dicen: “Qué bien que no se hagan los otros, porque los nuestros los haremos pese a quien pese”.

¿Cómo razonar con los cronopios? ¿Será necesario acudir a las famas? Por esta vez, por esta única vez, ¡ayúdanos Julio, por favor!

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