martes, 25 de diciembre de 2007

LLAMEMOS A LAS COSAS POR SU NOMBRE


Llamemos a las cosas por su nombre. Las actividades y la actitud de los sectores autonomistas solo pueden calificarse de sedición. El doble mensaje que encierran sus declaraciones, es algo así como “por que te quiero te aporreo”. Estos señores no son ni “sinceros ni honestos”, son solamente capitalistas insaciables defendiendo sus intereses donde no caben ni el patriotismo ni el concepto de nación. Si hay que amputar, amputarán utilizando el bisturí que le facilitan los gringos.

En el período feudal los aristócratas formaban sus propios ejércitos, no para defender la patria sino sus bienes, y de ser posible, aumentarlos. Esta es la intención de los poderosos de Bolivia en vista de que hasta hoy las fuerzas armadas nacionales no se han hecho eco de sus propuestas golpistas y de sus provocaciones. Si no¿ cual es el propósito de constituir fuerzas de seguridad y policiales propias para controlar la posesión de sus tierras, en muchos casos mal habidas e impedir una reforma agraria imprescindible para el desarrollo económico y social del país hermano?.

Es un viejo cuento en las Provincias del Río de la Plata. Así se desmembró la República Oriental y así se destruyó el Paraguay hace dos siglos. Los argentinos conocemos bien de este “coro de los grillos que cantan a la luna” como sucedió recientemente en el caso de la famosa “valija venezolana”.

El gobierno de Bolivia debe abortar el accionar de estos sedicentes antes que la situación pase a mayores. No es apelando al dialogo y al respeto de las leyes como las bestias carniceras retroceden. Si sumamos a la creación de una policía propia el poder de decisión univoco sobre la tierra y sus subproductos, la intención de los ideólogos del autonomismo surge cristalina y los verdaderos campesinos deben ponerse en guardia antes de ser sorprendidos una vez más.

Según el diario Página 12 del 14 de diciembre ppdo. “…el ideólogo de este documento es el abogado constitucionalista Juan Carlos Urenda…” y dice qué “…el rango más distintivo de este estatuto es que por primera vez, una región dicta las competencias exclusivas y obliga (sic) al Estado a aceptarla”. ¿Donde está el piloto? ¿Para que hacer elecciones si la ley la impone el mas fuerte?

En la misma nota se informa que al llegar los aviones de la línea local al aeropuerto de Santa Cruz, la bienvenida al pasajero es “hemos aterrizado en el Departamento autónomo de Santa Cruz”. Esperemos que en un futuro no escuchar –para felicidad de Norteamérica- que se diga “el país de Santa Cruz”.


Juan Di Masi

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