lunes, 10 de septiembre de 2007

Historias de tu Pueblo

Buenos Aires, 6 de septiembre (Redacción Boliv_ar)-
¿Qué hubiéramos sido si hubiéramos podido ser? Sentencia una muy conocida frase aludiendo a un sentimiento de libertad robada, pero a su vez anhelada, como algo que alguna vez se tuvo y se dejó de tener sabiendo que sin ella, no se tiene absolutamente nada.
Seguramente nada más genuino haya movido en el pasado a tantos hermanos que lucharon y perdieron su vida durante el largo período de dominación española.
En este, como en otros casos, la resistencia al invasor fue creciendo a lo largo de los siglos y las rebeliones fueron mayores y más organizadas. También más salvaje y brutal la represión (por parte de la autoridad española); principalmente con aquellos que encabezaban dicha resistencia.
Durante el siglo XVIII mas precisamente entre los años de 1750 y 1781, vivió Julián Apasa, conocido como Tupaj Katari, nombre adoptado por él, en honor a su contemporáneo Tupaj Amaru con quien compartió ideales tales como la libertad y emancipación de su pueblo, del yugo impuesto por la corona española.
Katari, nació en la localidad agrícola de Sica Sica y perteneció a la comunidad indígena aymara. El destino quiso ligarlo en casamiento con la jefa de gran renombre (también aymara) Bartolina Sisa, y juntos lideraron un ejército indígena de liberación e iniciaron acciones armadas en forma directa contra el gobierno y los funcionarios españoles. Entre las más importantes figuran dos cercos y posterior la toma de la ciudad de La Paz ; el primero de ellos ocurrido en 1871, utilizando para la ocasión una fuerza de 40mil hombres, que tuvieron asediada a la ciudad por 109 días. El segundo (más corto) duró 64 días. Ambos ocasionaron serias bajas al ejército español, compuesto también por criollos: 10mil de los 23mil que lo formaban.
A pesar de que los españoles rompieron el segundo cerco, el hostigamiento continuó con la guerra de guerrillas mantenida, esta vez con el apoyo de Andrés Tupaj Amaru (hermano de Jose Gabriel Tupaj Amaru).Pero finalmente las acciones resultaron favorables para los realistas, cuando nuevos refuerzos se impusieron a la resistencia indígena el 17 de octubre de 1871.
Luego de estos hechos todo se convirtió en tragedia para Katari y su familia. Traicionado por gente de sus propias filas, los españoles dieron cuenta de él en la localidad de Chichaya. A mediados de noviembre de 1781, el oidor de real audiencia de Chile y auditor de guerra Francisco Tadeo Diez de Medina, dictó la sentencia de muerte cuyo lugar de realización fue la localidad de Peñas, y la metodología que se utilizó, una de las más aberrantes: el descuartizamiento de su cuerpo. Antes de llevarse adelante la sentencia, fue víctima de los peores vejámenes, como cortarle la lengua en vida, señal de que nadie debía alzar la voz en contra de la autoridad española. Su cuerpo fue tironeado por caballos de sus cuatro extremidades hasta perder la vida.
Una vez ocurrida su muerte, sus restos fueron esparcidos por todos los rincones de kollasuyu, como símbolo de escarmiento para todos aquellos que quisieran repetir este mismo camino de la rebelión. Pero lo único logrado con tan descalificadora actitud, fue avivar más la llama de la insurrección, que más temprano que tarde terminaría con el poder español en la región.
Estas palabras de Tupaj Katary quizás sirvan de respuestas para el pasado, el presente y por qué no el futuro del indigenismo sudamericano: "A mi sólo me matarán, pero mañana volveré y seremos miles, millones".

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