viernes, 19 de octubre de 2007

Editorial



No solo aprendimos a quererte, compañero, sino a exigirnos comprender tus ideas y acciones. A no ser sectarios y a no elegir un solo camino para la liberación. Como nos enseñaste un 30 de abril de 1962, “en el camino de la liberación hay que luchar contra el monomercado primero, contra el monoproducto después, y diversificar el comercio exterior, y diversificar la producción interna. Y hasta aquí, todo es sencillo. El problema es como hacerlo. ¿Se va a hacer por vía parlamentaria; se va a hacer por vía de los fusiles; se va a hacer por una mezcla de via parlamentaria y vía de los fusiles. Yo no sé si puedo responder exactamente a esa pregunta”- nos dijiste. Y nos enseñaste- y ellos, los enemigos también nos enseñaron- que cuando no les conviene su democracia la alteran, y la reemplazan por las mas feroces dictaduras. Y eso hicieron. Ellos eligieron el camino de la violencia: con intervenciones, con bloqueos, con asesinatos, con agresiones de toda índole y pelaje, como indicaban sus manuales de guerra psicologíca. Y lamentablemente, si les cuadra, lo volverían a hacer.
Vos nos enseñaste, compañero, que había que conjugar al marxismo, “guía para la acción”, con la realidad de nuestra Indoamérica latina y nuestro Tercer Mundo. Nos indicaste que el ama sua, ama lula, ama kella y sus derivaciones prácticas estaban mas cerca de la Comuna de París y de las revoluciones, como la gloriosa Revolución Cubana, que de los manuales de antropología, los regresos históricos imposibles o los esoterismos digeribles por el capitalismo que, como diría alguna vez nuestro compañero J.W.Cooke, tiene mil tetas de donde uno puede mamar su venenosa leche.
Nos enseñaste que la teoría y la acción es una y sólo una, que el ejemplo debía ser nuestro modo de vida, que en el imperialismo no se podía confiar “ni un tantito así, nada”, que el socialismo era la única salida a la barbarie capitalista y que los pueblos debían ser fuertes y blindarse para ser respetados, ya que por su índole rapiñera y avasalladora, ni la burguesía ni el imperialismo se sientan a negociar con quien no tiene el poder de la razón, pero también de la fuerza.
Nos enseñaste, compañero Ché, Heróico Comandante, que Bolivia, Argentina, el mundo, es todos lados donde un explotado, humillado y oprimido sufra y alce su voz y su puño para rebelarse contra sus opresores.
Hoy, a 40 años de tu partida, te recordamos desde aquí, militando, combatiendo en estos nuevos tiempos, con tus enseñanzas como bandera. Desde estas páginas que defienden a una Bolivia altiva, digna y soberana, como la que quisiste y por la que peleaste, te rendimos nuestro homenaje.